jueves, 15 de mayo de 2008

El problema de la Objetividad

Podemos hablar de objetividad informativa siempre que entendamos por ella la honestidad del sujeto informante. Y siempre que no confundamos objetividad con neutralidad. Nadie es neutral y los periodistas menos. Un periodista sensible a los intereses de las mayorías empobrecidas de nuestros países no puede permanecer imparcial ante esto. Apostamos por un periodismo comprometido con las justas causas de la sociedad civil, sin menoscabar por ello la honestidad intelectual y profesional. Al contrario, garantizándola.

¿En qué consiste, en definitiva, la honestidad periodística, la objetividad informativa? El templo se alza, incólume, sobre cuatro columnas:

* Mantenerse fiel a los hechos. No hay que abultar las cifras ni exagerar los datos, decir lo que no es ni dejar de decir lo que es. Queda prohibido tergiversar los hechos aduciendo que los oyentes no están en capacidad de comprenderlos o que perjudicaría su conciencia política o su piedad religiosa.

* Comprobar los hechos. La credibilidad de la audiencia está en relación directa a la veracidad de la información. Y la veracidad no es otra cosa que la verdad probada.

* Separar hechos de comentarios. El público tiene derecho a saber cuándo se trata de una cosa y cuándo de otra. Ambas funciones periodísticas —informar y opinar— son igualmente válidas y deben ejercitarse. Pero no mezclarse.

* Recurrir a la otra versión. Cuando el hecho es complejo, no se conforme con la primera versión. Cuando es conflictivo, no se conforme con una de las dos versiones.

No hay comentarios: